miércoles, 5 de marzo de 2008

Dormido

Todo es paz, armonía y equilibrio. Las fontanas de alabastro expulsan miel, las flores despiden su aroma y el aire se cubre de silencio. El sol es de algodón, los ríos de agua cristalina. Todo es tan perfecto...

'Y sin embargo tan vacío...'. Escuché a mi alrededor, sentado en la vereda. Una sombra relampagueó en el fresno que llevaba observando durante un buen rato. Decidí levantarme, para observar más detenidamente lo que había ocurrido, pero donde antes se alzaba un fresno, ahora vigilaba un ciprés.

Me alejé de allí asustado, y corrí hacia el campo de amapolas. Los pétalos rojos me envolvieron cálidamente y olvidé aquella sensación de inquietud y aprensión. Me dejé caer sobre la mullida alfombra carmesí y cerré los ojos. Todo aquello era tan necesario...

'Y sin embargo tan insidioso...'. Abrí los ojos rápidamente. A mi alrededor, multitud de calaveras me sonreían socarronamente . Grité y huí de aquel lugar hacia el lago. Me zambullí sin pensarlo en sus aguas tibias insípidas y dulces a la vez. Aquellas aguas cristalinas. Aquellas aguas granates, amargas y calientes. Sangre.

'¿Por qué escupes tu propia esencia? ¿Por qué te escupes a ti mismo, mortal?' Otra vez el sonido quejoso e irónico.

Tenía que salir de allí. El corazón me latía con fuerza. Estaba corriendo sin rumbo, y todo pasaba fugazmente a mi alrededor. Los árboles, las montañas, los mares, los campos... Hasta que todo dejó de girar. Seguía corriendo pero la imagen se había detenido en un cementerio. No conseguía avanzar, a pesar de que mis músculos seguían en movimiento.

'No puedes esconderte, gusano. Contempla la podredumbre de tu mundo inmortal. Tan solo es un sepulcro ornamentado cuando su interior está marchito . Solamente tienes que mirar tus dedos, tus manos y tu cuerpo.'

Al recibir la advertencia de aquel susurro de cristales rotos, observé detenidamente mi brazo. De él partían finos ebras transparentes. Y ya no solo de aquella parte del cuerpo. Todos y cada uno de mi músculos estaban sujetos por millares de hilos que se extendían hacia el cielo. Fue entonces cuando lo vi. Una mano esquéletica tirando de cada uno de los cordeles hacían que siguiera moviéndome inútilmente en la imagen detenida del cementerio.

'¿No nos creo Dios a su imagen y semejanza? ¿Por qué iba a carecer de osamenta? ¿Es demasiado horrible para su majestuosidad?'

Comencé a llorar. Aquello era demasiado terrible para ser cierto. Y sin embargo parecía tan real... Endebles castillos de falsas esperanzas derruidos...

'El hombre es superior a Dios, porque el hombre, en su grandeza, creó a Dios a su imagen y semejanza. Rompe las barreras. Supera los límites. Vive tu vida. Dios eres tú, pues tu yo es tu Dios'.

La sombra que antes había visto arrancó fugazmente los hilos que me ataban.

'Dios ha muerto'

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