sábado, 22 de septiembre de 2007

Mi Nuevo Mundo

Saludos. Soy Kira. Hace poco la encontré. Sí. La encontré. No pienso mentar su nombre, porque creo que todos la conocéis. Y creo que también conocéis para lo que sirve.

Después de tantos valores de bondad, amistad, perdón, amor, solidaridad, amnistía y nuevas oportunidades que me enseñaron en mi colegio desde que era un niño, he aprendido a apreciar la verdad de este pútrido y desasosegado mundo en el que prima la traición, la vanidad, el egoísmo, el poder y la injusticia. He aprendido a darme cuenta de que vivimos en el planeta del 'todo vale', en el lugar en el que puedes vender la cabeza de tu mejor amigo al mejor postor. La apestosa 'tierra', en el que día a día, como si una máquina de cambio se tratase, podemos canjear el amor por el odio, y la opresión por la libertad. Las gentes utilizan el amor como un biombo para ocultar sus verdaderas pasiones sexuales. La amistad camufla lo que en su día se llamó interés personal, en un libre intercambio de materia sentimental, lágrimas estúpidas, falsos te quieros y mentes criminales. Y por encima de todo, el poder que corrompe día a día la sociedad tras el espejo de la publicidad, Dorian Gray que oculta su verdadero rostro en un retrato guardado en los confines de las ventas, entre líneas, a donde nadie podría llegar. Sí. La sociedad muere y el imperio de la falsedad crece. Pero no tengáis miedo. Yo estoy aquí.

Mi pluma rasgará el papel. Cien, doscientas, trescientas veces. Escribiré vuestros nombres. Sabéis quienes sois. Aquellos que me hicieron tanto daño. No existe el perdón. Esta vez no. Estoy harto de segundas oportunidades. De falsas esperanzas. De condescendencia. De tropezar en la misma piedra, de ser excesivamente magnánimo. Recibiréis aquello que merecéis. Justamente. Tan solo necesito el odio para cargar mi pluma y el rencor para hacerla moverse. Y después de todo vendrá el silencio. Pues la venganza me hará sentirme vivo de nuevo.

Vosotros destrozasteis mi mundo. Y yo acabaré con el vuestro. Porque yo soy la justicia.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Noche Agitada

Nueva continuación de la historia que comenzó Birlo, podréis leerla en su blog 'Agujas de Trigo' (citada en mi lista de Links Interesantes) por el título 'Noche Calurosa'...

El tacto del cadáver era cálido. Muy cálido. Realmente parecía que acababa de morir recientemente. Ciertamente, necesitaba estudiar a la muerta con más profundidad asi que decidí traer una lámpara antes de desplazarla para descubrir cual fue exactamente el motivo de su muerte. No quería encender la luz del pasillo porque sabía que no bastaría para estudiar al cadáver.

Al coger el aparato noté que me dolían los dedos. Los tenía entumecidos, tal y como si acabase de despertarme de un gran sueño. Posiblemente se debía a que estaba muy cansado y aun no había dormido así que no le di más importancia. Encendí la bombilla. Y observé muy detenidamente el rostro de la bellísima mujer. Los ojos estaban húmedos y los dientes apretados. El cuello estaba muy irritado y amoratado.

Estaba preocupado. No sabía que habría podido pasar. Decidí ir al baño para lavarme la cara y despejarme un poco. Al levantar mi mirada hacia el espejo lo oí. El grito de una joven. Lo vi. Un rostro forcejeando. Lo olí. Un dulce perfume. Lo probé. El sabor dulce de una piel joven. Lo toqué. Y miré mis manos y mis dedos gruesos, que estaban todavía enrojecidos...

Que quien desee, continúe esta historia...

Noche Helada

Continuación de la historia que comenzó Birlo, podréis leerla en su blog 'Agujas de Trigo' (citada en mi lista de Links Interesantes) por el título 'Noche Calurosa'...

El tacto de aquel cadáver era frío. Muy frío. Tanto como para hacer morir a una flor fresca. Algo extraño para una persona que supuse que acababa de morir. Sus labios estaban morados y su piel era pálida como la luz de luna. Intenté llevarla con mucho trabajo al sofá de mi salón. Al pisar el umbral de la habitación una ráfaga de aire frío me agitó el pelo. Miré hacia el frente y descubrí que las cortinas se movían por el viento de una noche que anunciaba el fin del verano. Tras tumbar a la chica estrangulada en el sofá de mi habitación me dirigí a cerrar la ventana, mientras el frío penetraba en mis huesos. Salí al balcón para observar un momento la calle y entonces pude vislumbrar unas gotas de sangre en el suelo. Sangre roja como el carmín. Sangre reciente. Quise entrar al salón para observar más detenidamente a la chica. Pero un escalofrío recorrió mi cuerpo, antes de darme la vuelta.

- ¿No es muy tarde para que un niño este jugando a los detectives? - susurró en mi oído una voz femenina, lánguida y sensual rozando ligeramente mi oreja.

No podía mover ni un ápice de mi cuerpo. Unos labios calientes comenzaron a besar mi oreja y a bajar por mi cuello lentamente. Estaba excitado, hasta que el dolor penetró en mi cuello y la sangre resbaló hasta mi pecho.

martes, 11 de septiembre de 2007

¿Qué hacer...

... cuando te despiertas y te apetece seguir soñando, aunque sean pesadillas, para no hacer frente a tu realidad?

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Jiyu (El Ángel Negro de la Venganza - Parte 2)

Rinaro dio una voltereta para esquivar a Fukushu y rodó por el suelo para no recibir la estocada de Jiyu, que quedó clavada en el suelo, haciendo volar los pétalos blancos de los lotos.

El manejo de las katanas por parte del desconocido era espectacular. Sus giros de ciento ochenta grados le permitían lanzar ataques a una velocidad vertiginosa con ambas armas. Sin embargo, era aun más increíble observar como Rinaro-kun bloqueaba todos sus ataques mientras se dibujaba una sonrisa en su cara.

Y así , el misterioso adversario recibió un nuevo corte que le cruzó las abdominales de izquierda a derecha. El joven del traje negro se agachó y vomitó sangre que tiñó la blancura de los lotos con el rojo. Jadeando se levantó con cuidado, clavando a Fukushu en el suelo y apoyándose en ella.

- No he terminado aún - sentenció la oscura figura suavemente sin que su voz cediera ni un ápice.

Con una media sonrisa, el adolescente de ropa oscura alzó por encima de su cabeza con su mano derecha a Fukushu tras separarla del suelo, y mantuvo con su mano izquierda a Jiyu por debajo de los hombros.

- Qué pena que antes de morir no puedas ver el rostro de la persona que te ha derrotado - dijo Rinaro-kun.

- Qué pena que necesites carcajearte de la persona que te asesinará para infundir valor a tu espíritu - contestó el chico con sus ojos todavía vendados.

Furioso, Rinaro-kun atacó a su oponente. El enemigo lo esquivó sin problema y se puso a la espalda del chico de blanco.

- Frío, frío, Rubai-san - susurró el adolescente de negro al oído de su contrario, mientras posaba delicadamente la punta de Jiyu sobre los lotos y alzaba a Fukushu.

Rinaro-kun se dio la vuelta rápidamente y alzando su katana blanca con las dos manos la dirigió hacia la cabeza del enemigo. Pero aquella sombra negra frenó el golpe con sus dos espadas cruzadas.

- Ahora ambos estamos al límite - dijo Rinaro-kun.

- No, Rubai-san. La fiesta ha acabado.

Acto seguido y en un rápido movimiento desplazó a Fukushu y a Jiyu hacia atrás, para cruzar las katanas de nuevo sobre el pecho de Rinaro-kun. Dos cortes sangrantes aparecieron sobre la ropa del joven de túnica blanca. Agotado por un dolor ardiente, se arrodilló sobre los lotos.

- ¿Quién eres? - volvió a preguntar Rinaro-kun, esta vez con una mueca de miedo en el rostro.

El viento nocturno elevó dos pétalos blancos que giraron en espiral en el aire para luego desaparecer por encima del techo estilo oriental de la mansión.

- Soy Ayanami Seruhio-sama. He venido a matarte. - dijo el chico de negro.

- Mi nombre es Shisui Rinaro- contestó jadeando el otro joven.

- ¿Acaso has olvidado tu verdadero nombre Rubai-san?

- Yo no me llamo...

- Shh... - articuló Ayanami, levantando la cara de Rinaro-kun con Fukushu - Recuerda los campos de Ohiwa... Tú la mataste.

- ¿Vas a asesinar a un antiguo amigo?

- El perdón es para los débiles que no saben aceptar sus errores y necesitan que otros lo hagan por él.

- No puedo aceptar mi derrota - sentenció Rubai haciendo ademán de levantarse.

Seruhio-sama posó suavemente a Jiyu sobre la parte trasera del cuello de su oponente.

- La venganza no la devolverá a la vida. Es cierto, entonces la venganza no tiene sentido. Nunca lo tendrá si tan solo ocupa una mínima parte de tu vida. Únicamente es un sentimiento fuerte cuando ocupa todos los resquicios de tu alma y no necesitas más alimento que tomar que la venganza, mas aire que respirar que la venganza, más calor que sentir que la venganza que arde en tu interior. Nunca olvides mi nombre, ni tu verdadero nombre. Lo necesitarás para enfrentarte conmigo en el infierno.

Rubai-san se levantó de pronto y lanzó su katana contra el estómago de Ayanami. En el último momento, éste logro esquivar el golpe, que sin remedio le atravesó el hombro. Rápidamente Seruhio-sama proyectó a Fukushu hacia los ojos de Rubai-san y de un tajo le dejó ciego. Con el brazo izquierdo, dirigió a Jiyu hacia la garganta de su oponente.

Una fuente de sangre surgió del cuello del joven de túnica blanca.

-Ahora soy libre - susurró Ayanami Seruhio-sama enfundando sus katanas y separando la espada blanca de su hombro.

El cuerpo de Rubai-san cayó inerte sobre el suelo levantando un ejército de pétalos blancos que se dirigieron hacia el joven de negro. Tras quitarse la venda de los ojos, Ayanami Seruhio pudo comprobar que la túnica de Rubai-san se confundía con la alfombra de lotos blancos que lloraban en silencio.

Kun es un sufijo utilizado en el idioma japonés para tratar con chicos con los que se tiene cierta confianza. San es un sufijo utilizado en el idioma japonés para dirigirse a personas que se acaban de conocer o a aquellas con las que apenas se tiene trato. Sama es un sufijo utilizado en el idioma japonés para referirse a personas superiores en la escala social. Fukushu significa 'venganza' y Jiyu 'libertad'. La foto hace referencia a Fukushu, primera espada de Ayanami Seruhio. Cabe destacar que en japonés los nombres se utilizan escribiendo primero el apellido y luego el nombre de pila.

Fukushu (El Ángel Negro de la Venganza - Parte 1)

La katana cortó el aire y chocó contra el filo de una hoja negra como la amatista que reflejaba la luz de la luna.

-¿Estás asustado? - preguntó Rinaro-kun mirando fijamente a su oponente .

- Nunca me había sentido más vivo - contestó el joven con los ojos vendados por un pañuelo negro.

En aquel jardín, los lotos estaban floreciendo y dejaban su estela blanca sobre todos los rincones de la pequeña parcela. Los pétalos tan solo eran quebrados por los silenciosos y controlados pasos de Rinaro-kun y de su desconocido enemigo. El pelo rubio de Rinaro-kun le cubría la frente hasta las cejas y su túnica blanca se confundía con las flores del jadrín y con el arma del adolescente.

Su contrincante lucía una túnica negra que hacía juego con su cabello oscuro y con la venda que cubría sus ojos. El chico apretaba fuertemente en su mano el mango de una elegante katana también del color del azabache.

Las dos espadas volvieron a surcar el aire, y la punta de la que empuñaba Rinaro-kun se quedó a un palmo de la nariz chata del desconocido.

El adolescente rubio se había visto sorprendido en su mansión de primavera, al sur de Japón. Pese a su origen estadounidense, siempre había mostrado interesado por la cultura oriental, lo que le llevó a entrenarse en el manejo de la katana y a continuar los negocios de su difunto padre en el país del sol naciente. El ataque del misterioso joven de traje negro le había pillado desprevenido, pero no estaba dispuesto a perder contra ese principiante en una disciplina en la que se había entrenado durante toda su vida.

- ¿Quién eres? - dijo Rinaro-kun lanzando un nuevo ataque.

- Solo alguien proveniente de la sombra que busca venganza. Mi nombre no importa de momento. Tan solo el porqué de mi llegada. - sentenció el chico en un susurro, rechazando el filo blanco de la espada de su contrario.

Rinaro-kun estaba desconcertado. A continuación se sucedieron una serie de ataques rápidos por parte del desconocido, que fueron bloqueados a la perfección por su adversario. Aquella figura negra lanzó una fuerte patada hacia el estómago de Rinaro-kun, que supo reaccionar perfectamente dándole un codazo en el pómulo y dibujándole un tajo vertical en el hombro con la katana color perla.

Rinaro-kun observó como su túnica blanca se había manchado de un reguero de sangre a causa del corte que había propinado a su enemigo.

- Eso es- dijo el adolescente vestido con las ropas oscuras - Eso es, Rubai-san. Hazme sentir vivo otra vez.

Rinaro se extrañó por el nombre que había utilizado el desconocido. Nunca había oído a nadie llamarle así. Y menos con esa determinación, con esa... frialdad. Pero no tenía tiempo para pensar, pues fugazmente la katana de su contrincante se avalanzó contra su pecho en un corte vertical. Rinaro-kun saltó hacia atrás para evitar el ataque. Pero, como un ángel negro, la espada contraria volvió hacia él, esta vez con más intensidad. Solamente el filo blanco de su arma, manchado todavía de sangre caliente, se interpuso entre su cuerpo y aquella cuchilla oscura.

Dando tres volteretas hacia atrás, el joven de negro consiguió evitar la estocada de Rinaro. En el aire desenfundó una nueva katana, negra como la anterior, pero notablemente más antigua.

- Es horas de que conozcas a Fukushu y Jiyu, pues el día en que te atraviesen, Rubai-san, yo seré libre - volvió a susurrar el adolescente de traje oscuro.

- Antes comprobarás que para derrotarme no has de ser un maestro. Has de ser una leyenda - contestó Rinaro-kun, seguro de sí mismo.

Las estrellas y la luna llena iluminaban el jardín. Un silencio tan solo roto por el silbido de las armas y el chasquido de sus filos al chocar.

Como suponía que nadie se iba a leer un texto tan largo lo he dividido en dos partes. La explicación de los sufijos japoneses y de los nombres de las espadas se encuentra en el segundo texto. La foto hace referencia a la Katana de Rubai-san.

martes, 4 de septiembre de 2007

Él Ángel Negro de la Venganza

La katana cortó el aire y chocó contra el filo de una hoja negra como la amatista que reflejaba la luz de la luna.

-¿Estás asustado? - preguntó Rinaro-kun mirando fijamente a su oponente .

- Nunca me había sentido más vivo - contestó el joven con los ojos vendados por un pañuelo negro.

En aquel jardín, los lotos estaban floreciendo y dejaban su estela blanca sobre todos los rincones de la pequeña parcela. Los pétalos tan solo eran quebrados por los silenciosos y controlados pasos de Rinaro-kun y de su desconocido enemigo. El pelo rubio de Rinaro-kun le cubría la frente hasta las cejas y su túnica blanca se confundía con las flores del jadrín y con el arma del adolescente.

Su contrincante lucía una túnica negra que hacía juego con su cabello oscuro y con la venda que cubría sus ojos. El chico apretaba fuertemente en su mano el mango de una elegante katana también del color del azabache.

Las dos espadas volvieron a surcar el aire, y la punta de la que empuñaba Rinaro-kun se quedó a un palmo de la nariz chata del desconocido.

El adolescente rubio se había visto sorprendido en su mansión de primavera, al sur de Japón. Pese a su origen estadounidense, siempre había mostrado interesado por la cultura oriental, lo que le llevó a entrenarse en el manejo de la katana y a continuar los negocios de su difunto padre en el país del sol naciente. El ataque del misterioso joven de traje negro le había pillado desprevenido, pero no estaba dispuesto a perder contra ese principiante en una disciplina en la que se había entrenado durante toda su vida.

- ¿Quién eres? - dijo Rinaro-kun lanzando un nuevo ataque.

- Solo alguien proveniente de la sombra que busca venganza. Mi nombre no importa de momento. Tan solo el porqué de mi llegada. - sentenció el chico en un susurro, rechazando el filo blanco de la espada de su contrario.

Rinaro-kun estaba desconcertado. A continuación se sucedieron una serie de ataques rápidos por parte del desconocido, que fueron bloqueados a la perfección por su adversario. Aquella figura negra lanzó una fuerte patada hacia el estómago de Rinaro-kun, que supo reaccionar perfectamente dándole un codazo en el pómulo y dibujándole un tajo vertical en el hombro con la katana color perla.

Rinaro-kun observó como su túnica blanca se había manchado de un reguero de sangre a causa del corte que había propinado a su enemigo.

- Eso es- dijo el adolescente vestido con las ropas oscuras - Eso es, Rubai-san. Hazme sentir vivo otra vez.

Rinaro se extrañó por el nombre que había utilizado el desconocido. Nunca había oído a nadie llamarle así. Y menos con esa determinación, con esa... frialdad. Pero no tenía tiempo para pensar, pues fugazmente la katana de su contrincante se avalanzó contra su pecho en un corte vertical. Rinaro-kun saltó hacia atrás para evitar el ataque. Pero, como un ángel negro, la espada contraria volvió hacia él, esta vez con más intensidad. Solamente el filo blanco de su arma, manchado todavía de sangre caliente, se interpuso entre su cuerpo y aquella cuchilla oscura.

Dando tres volteretas hacia atrás, el joven de negro consiguió evitar la estocada de Rinaro. En el aire desenfundó una nueva katana, negra como la anterior, pero notablemente más antigua.

- Es horas de que conozcas a Fukushu y Jiyu, pues el día en que te atraviesen, Rubai-san, yo seré libre - volvió a susurrar el adolescente de traje oscuro.

- Antes comprobarás que para derrotarme no has de ser un maestro. Has de ser una leyenda - contestó Rinaro-kun, seguro de sí mismo.

Las estrellas y la luna llena iluminaban el jardín. Un silencio tan solo roto por el silbido de las armas y el chasquido de sus filos al chocar.

Rinaro dio una voltereta para esquivar a Fukushu y rodó por el suelo para no recibir la estocada de Jiyu, que quedó clavada en el suelo, haciendo volar los pétalos blancos de los lotos.

El manejo de las katanas por parte del desconocido era espectacular. Sus giros de ciento ochenta grados le permitían lanzar ataques a una velocidad vertiginosa con ambas armas. Sin embargo, era aun más increíble observar como Rinaro-kun bloqueaba todos sus ataques mientras se dibujaba una sonrisa en su cara.

Y así , el misterioso adversario recibió un nuevo corte que le cruzó las abdominales de izquierda a derecha. El joven del traje negro se agachó y vomitó sangre que tiñó la blancura de los lotos con el rojo. Jadeando se levantó con cuidado, clavando a Fukushu en el suelo y apoyándose en ella.

- No he terminado aún - sentenció la oscura figura suavemente sin que su voz cediera ni un ápice.

Con una media sonrisa, el adolescente de ropa oscura alzó por encima de su cabeza con su mano derecha a Fukushu tras separarla del suelo, y mantuvo con su mano izquierda a Jiyu por debajo de los hombros.

- Qué pena que antes de morir no puedas ver el rostro de la persona que te ha derrotado - dijo Rinaro-kun.

- Qué pena que necesites carcajearte de la persona que te asesinará para infundir valor a tu espíritu - contestó el chico con sus ojos todavía vendados.

Furioso, Rinaro-kun atacó a su oponente. El enemigo lo esquivó sin problema y se puso a la espalda del chico de blanco.

- Frío, frío, Rubai-san - susurró el adolescente de negro al oído de su contrario, mientras posaba delicadamente la punta de Jiyu sobre los lotos y alzaba a Fukushu.

Rinaro-kun se dio la vuelta rápidamente y alzando su katana blanca con las dos manos la dirigió hacia la cabeza del enemigo. Pero aquella sombra negra frenó el golpe con sus dos espadas cruzadas.

- Ahora ambos estamos al límite - dijo Rinaro-kun.

- No, Rubai-san. La fiesta ha acabado.

Acto seguido y en un rápido movimiento desplazó a Fukushu y a Jiyu hacia atrás, para cruzar las katanas de nuevo sobre el pecho de Rinaro-kun. Dos cortes sangrantes aparecieron sobre la ropa del joven de túnica blanca. Agotado por un dolor ardiente, se arrodilló sobre los lotos.

- ¿Quién eres? - volvió a preguntar Rinaro-kun, esta vez con una mueca de miedo en el rostro.

El viento nocturno elevó dos pétalos blancos que giraron en espiral en el aire para luego desaparecer por encima del techo estilo oriental de la mansión.

- Soy Ayanami Seruhio-sama. He venido a matarte. - dijo el chico de negro.

- Mi nombre es Shisui Rinaro- contestó jadeando el otro joven.

- ¿Acaso has olvidado tu verdadero nombre Rubai-san?

- Yo no me llamo...

- Shh... - articuló Ayanami, levantando la cara de Rinaro-kun con Fukushu - Recuerda los campos de Ohiwa... Tú la mataste.

- ¿Vas a asesinar a un antiguo amigo?

- El perdón es para los débiles que no saben aceptar sus errores y necesitan que otros lo hagan por él.

- No puedo aceptar mi derrota - sentenció Rubai haciendo ademán de levantarse.

Seruhio-sama posó suavemente a Jiyu sobre la parte trasera del cuello de su oponente.

- La venganza no la devolverá a la vida. Es cierto, entonces la venganza no tiene sentido. Nunca lo tendrá si tan solo ocupa una mínima parte de tu vida. Únicamente es un sentimiento fuerte cuando ocupa todos los resquicios de tu alma y no necesitas más alimento que tomar que la venganza, mas aire que respirar que la venganza, más calor que sentir que la venganza que arde en tu interior. Nunca olvides mi nombre, ni tu verdadero nombre. Lo necesitarás para enfrentarte conmigo en el infierno.

Rubai-san se levantó de pronto y lanzó su katana contra el estómago de Ayanami. En el último momento, éste logro esquivar el golpe, que sin remedio le atravesó el hombro. Rápidamente Seruhio-sama proyectó a Fukushu hacia los ojos de Rubai-san y de un tajo le dejó ciego. Con el brazo izquierdo, dirigió a Jiyu hacia la garganta de su oponente.

Una fuente de sangre surgió del cuello del joven de túnica blanca.

-Ahora soy libre - susurró Ayanami Seruhio-sama enfundando sus katanas y separando la espada blanca de su hombro.

El cuerpo de Rubai-san cayó inerte sobre el suelo levantando un ejército de pétalos blancos que se dirigieron hacia el joven de negro. Tras quitarse la venda de los ojos, Ayanami Seruhio pudo comprobar que la túnica de Rubai-san se confundía con la alfombra de lotos blancos que lloraban en silencio.

Kun es un sufijo utilizado en el idioma japonés para tratar con chicos con los que se tiene cierta confianza. San es un sufijo utilizado en el idioma japonés para dirigirse a personas que se acaban de conocer o a aquellas con las que apenas se tiene trato. Sama es un sufijo utilizado en el idioma japonés para referirse a personas superiores en la escala social. Fukushu significa 'venganza' y Jiyu 'libertad'.

lunes, 3 de septiembre de 2007

El Columpio

Definitivamente, hoy no había sido un buen día. Había tenido que escribir un artículo para el periódico del día siguiente a última hora y estaba cansado. Saliendo de la oficina, pensaba en el café caliente que me iba a tomar para sacarme aquel frío invernal de los huesos. Después de eso me acostaría para descansar de una dura jornada de trabajo. Cogí el coche y recorrí las poco transitadas calles parando absurdamente en todos los semáforos.

Justo antes de llegar a casa, una sombra se cruzó en mi camino y pegué un frenazo de golpe. Bajé del coche para comprobar que no había atropellado por mi descuido a un perro o a algún animal pequeño. Pronto, me percaté de que había parado junto al parque que estaba cercano a mi casa, un lugar que, tan solo iluminado por la luz de las farolas, tenía un aspecto lúgubre.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando el viento hizo chirriar los columpios de aquel lugar de recreo. Sentía que no debía estar allí, pero por otra parte tenía un deseo irrefrenable de acercarme cada vez más a esos columpios, para intentar autoconvencerme de que era tan solo la brisa nocturna la que marcaba ese compás.

Sin embargo, sobre el sillín de aquel columpio estaba la figura de un niño de unos seis años que me miraba inocentemente. Estaba pálido y tenía los ojos grisáceos, demasiado carentes de vida para un niño de su edad

- ¿Qué pasa, te has perdido?- pregunté preocupado, al observar su aspecto.

- Juega conmigo - imploraba el niño.

- ¿Cómo te llamas?

- ¿No quieres jugar conmigo? - balbuceó el niño, ignorando mi pregunta.

- ¿A qué quieres jugar? - dije resignado.

- Solo quiero que nos columpiemos juntos.

Así pues, me senté en el sillín que estaba a su lado y comenzamos a movernos a la par, hacia delante y hacia atrás. El aire de la noche conseguía refrescarme y relajar mis sentidos. Todo marchó bien hasta que sentí que mi columpio estaba fuera de control. Me estrellé contra el suelo dándome un enorme golpe en la cabeza que me dejó incosciente.

Desperté poco tiempo después, pues apenas habían pasado diez minutos por mi reloj. El niño había desaparecido. La causa de mi caída fue el mal estado del columpio, que se había desatornillado. Miré a mi alrededor. Silencio tan solo quebrado por el chirriar de las cadenas de aquel solitario columpio que había quedado intacto. Estaba saliendo ya de aquel parque cuando oí el lamento de un niño. Me di la vuelta, al darme cuenta que la voz era la misma que la del chico de antes. Sentado en un banco, se cubría la cara con sus manos mientras lloraba desconsoladamente.

- ¿Qué te pasa? - pregunté.

- No has querido jugar conmigo - murmuró el niño.

No me dio tiempo a contestar, pues el niño retiró los dedos de su rostro. Lágrimas de sangre recorrían sus mejillas y manchaban su mandíbula mientras susurraba:

- Quiero que te quedes aquí y juegues conmigo para siempre.

Mi corazón dio un vuelco y sentí que debía correr hacia mi coche, que estaba tan solo a unos metros de distancia. No miré hacia atrás, agarré el volante para pocos minutos después entrar en el garaje de mi urbanización. Nada más entrar en mi piso, noté que necesitaba ir al baño para vomitar. Cuando ya me encontraba un poco mejor me dirigí hacia mi salón. Sentado en el sillón, decidí fumarme un cigarro para intentar relajarme.

Comencé a pensar en todas aquellas historias de fantasmas en las que nunca había creído, y en los motivos por los que los muertos permanecen en el mundo de los vivos. Llegué a la conclusión de que debía llamar a la policía local. No para contarles mi caso, sino para informarles del mal estado de los columpios de aquel parque. Después de hacer la llamada, quedé más tranquilo y di una última bocanada al cigarrillo que reposaba en el cenicero. Cerré los ojos y me recosté en el sillón, quedando profundamente dormido.

Definitivamente, no sé si aquella llamada ayudó a que aquella alma descansara en paz, no logro entender por qué el fantasma de aquel niño intentó arrastrarme hacia el final que él había sufrido, lo único que tengo claro es que todavía un escalofrío me recorre la espalda cuando oigo el chirriar de esos columpios.

Recordatorio de la Fiesta de la Confirmación

Si quieres leer el resumen de la Fiesta de la Confirmación, que por fin lo he hecho, tendrás que buscar en las entradas del mes de mayo. Gracias :-). (No olvidéis comentar, que allí estuvimos todos).

domingo, 2 de septiembre de 2007

La Vista de un Ciego

Paseaba con la vista al frente, hacia la oscuridad. Palpaba temeroso a mi alrededor. Carente de vista, intentaba orientarme por el resto de mis sentidos. Primero por el oído. Pero tan solo escuchaba el pitido seco y monótono de un aparato electrónico. Acto seguido, el sonido se detuvo.

Seguí hacia adelante. Una vitalidad sobrenatural me impulsaba hacia delante, si no continuaba la oscuridad quemaba mi corazón como las llamas devoran la carne. Poco a poco empezaba a sentir, podía palpar los objetos.

Mis dedos rozaron algo con tacto frío y liso como el hielo. Tropecé y caí al suelo. Noté como la hierba acariciaba mi cara y como la tierra húmeda manchaba mis pómulos. Froté mis mejillas con los dedos. La mortecina frialdad de mis manos se extendió por el resto del rostro.

Había tragado algo de tierra. Y en el fondo de la garganta se dibujó un gusto amargo y áspero. Metálico. Sangre. El sabor de aquella grava estaba mezclado con el nítido de la sangre. Tosí para expulsar esa sensación tan desagradable.

Cada vez me pesaban menos los párpados. Oía el lamento desesperado de una mujer. Intenté acercarme a ella para consolarla, aunque todavía no podía ver nada. Al poner mi brazo alrededor de ella un chasquido me sobresaltó. Los golpes eran cada vez mas uniformes y el llanto no cesaba. Conseguía ver algo de luz y distinguía con dificultad una figura que parecía estar trabajando la tierra. Olía a rosas frescas.

Como veía que mis acciones no servían para ayudar a aquella señora decidí tumbarme en la hierba. Caí en un sueño profundo.

Un ladrido repentino me despertó. Me puse de pie con cuidado, todavía adormecido. Entonces descubrí que ya podía ver. Un mar de lápidas se dispuso ante mí. Un cementerio. ¿Qué hago yo aquí?, pensé. No hizo falta respuesta. Solo bastó con ver una losa de piedra con mi nombre escrito en ella.

sábado, 1 de septiembre de 2007

Death Note

EL ARGUMENTO

(Atención: Spoiler) Todo comienza con un adolescente, Yagami Light(Raito) que encuentra una agenda de color negro que tiene escrito en su portada 'Death Note', con la que puede matar a una persona con solo escribir su nombre en cualquiera de sus páginas, mientras piensas en su rostro. Después de que el chico compruebe que la libreta no se trata de ninguna broma matando a un criminal que había aparecido por la televisión, se plantea conseguir el ideal, la utopía que siempre había imaginado: eliminar a todos los criminales de La Tierra, para crear un nuevo mundo sin mal en el que todos le adoren como a un Dios. Al cabo de unos días, aparece un shinigami, o dios de la muerte, llamado Ryuk que era el antiguo poseedor de la Death Note que tiene Light. El monstruo le explica que solo podrá verle y hablar con el aquel que toque la Death Note, y que él la dejó caer a La Tierra simplemente para divertirse.

Pero sus intentos se verán frenados por un investigador llamado L, de nombre y rostro desconocidos, que al darse cuenta de las muertes de los criminales querrá frustrar los planes de 'Kira', nombre en clave con el que se llama al justiciero Yagami Light(Raito), que obviamente se encuentra en el anonimato.

Comienza entonces una lucha de inteligencias entre Light y L, que desvela su rostro a la policía japonesa para colaborar con ella. Hace acto de aparición un segundo Kira, que posee una nueva Death Note. Éste segundo Kira es la adolescente Amane Misa, admiradora ferviente de las acciones de Kira, pues sus padres fueron asesinados por un criminal. Misa recibe el cuaderno gracias a la shinigami Rem. Cuando Misa descubre quién es el primer Kira gracias al poder de los ojos del shinigami, se enamora de él, pues además de haber sido su ídolo durante tanto tiempo, es el atractivo adolescente Yagami Light. Misa visita al chico y a partir de entonces, Light contará con la ayuda de la chica para llevar a cabo sus planes.

Después de grandes intrigas y suspenses Light consigue dar muerte a L gracias a la ayuda de la shinigami Rem. Así el paso definitivo para la consecución de su utopía ha sido dado. Sin embargo, después de unos años de gloria para Kira, surgen dos nuevos investigadores Mello y Near (M y N), que también se criaron en el orfanato para superdotados en el que estuvo L. Ambos actúan por su propia cuenta para detener, Mello mediante el crimen y Near mediante la ayuda del FBI. Las acciones terminan con la muerte de Mello y el descubrimiento de la verdadera identidad de Kira.

Desesperado por salvarse, Light intenta huir matando a sus acusadores, y recibe varios disparos. Finalmente, Light muere cuando el shinigami Ryuk, dando ya por sentado que Light iba a ser ejecutado por sus crímenes, apunta 'Yagami Light' en su propia Death Note.

Por orden de arriba a abajo las fotos son de Yagami Light, Ryuk, L, Amane Misa, Amane Misa y Yagami Light, Mello y Near