miércoles, 5 de septiembre de 2007

Fukushu (El Ángel Negro de la Venganza - Parte 1)

La katana cortó el aire y chocó contra el filo de una hoja negra como la amatista que reflejaba la luz de la luna.

-¿Estás asustado? - preguntó Rinaro-kun mirando fijamente a su oponente .

- Nunca me había sentido más vivo - contestó el joven con los ojos vendados por un pañuelo negro.

En aquel jardín, los lotos estaban floreciendo y dejaban su estela blanca sobre todos los rincones de la pequeña parcela. Los pétalos tan solo eran quebrados por los silenciosos y controlados pasos de Rinaro-kun y de su desconocido enemigo. El pelo rubio de Rinaro-kun le cubría la frente hasta las cejas y su túnica blanca se confundía con las flores del jadrín y con el arma del adolescente.

Su contrincante lucía una túnica negra que hacía juego con su cabello oscuro y con la venda que cubría sus ojos. El chico apretaba fuertemente en su mano el mango de una elegante katana también del color del azabache.

Las dos espadas volvieron a surcar el aire, y la punta de la que empuñaba Rinaro-kun se quedó a un palmo de la nariz chata del desconocido.

El adolescente rubio se había visto sorprendido en su mansión de primavera, al sur de Japón. Pese a su origen estadounidense, siempre había mostrado interesado por la cultura oriental, lo que le llevó a entrenarse en el manejo de la katana y a continuar los negocios de su difunto padre en el país del sol naciente. El ataque del misterioso joven de traje negro le había pillado desprevenido, pero no estaba dispuesto a perder contra ese principiante en una disciplina en la que se había entrenado durante toda su vida.

- ¿Quién eres? - dijo Rinaro-kun lanzando un nuevo ataque.

- Solo alguien proveniente de la sombra que busca venganza. Mi nombre no importa de momento. Tan solo el porqué de mi llegada. - sentenció el chico en un susurro, rechazando el filo blanco de la espada de su contrario.

Rinaro-kun estaba desconcertado. A continuación se sucedieron una serie de ataques rápidos por parte del desconocido, que fueron bloqueados a la perfección por su adversario. Aquella figura negra lanzó una fuerte patada hacia el estómago de Rinaro-kun, que supo reaccionar perfectamente dándole un codazo en el pómulo y dibujándole un tajo vertical en el hombro con la katana color perla.

Rinaro-kun observó como su túnica blanca se había manchado de un reguero de sangre a causa del corte que había propinado a su enemigo.

- Eso es- dijo el adolescente vestido con las ropas oscuras - Eso es, Rubai-san. Hazme sentir vivo otra vez.

Rinaro se extrañó por el nombre que había utilizado el desconocido. Nunca había oído a nadie llamarle así. Y menos con esa determinación, con esa... frialdad. Pero no tenía tiempo para pensar, pues fugazmente la katana de su contrincante se avalanzó contra su pecho en un corte vertical. Rinaro-kun saltó hacia atrás para evitar el ataque. Pero, como un ángel negro, la espada contraria volvió hacia él, esta vez con más intensidad. Solamente el filo blanco de su arma, manchado todavía de sangre caliente, se interpuso entre su cuerpo y aquella cuchilla oscura.

Dando tres volteretas hacia atrás, el joven de negro consiguió evitar la estocada de Rinaro. En el aire desenfundó una nueva katana, negra como la anterior, pero notablemente más antigua.

- Es horas de que conozcas a Fukushu y Jiyu, pues el día en que te atraviesen, Rubai-san, yo seré libre - volvió a susurrar el adolescente de traje oscuro.

- Antes comprobarás que para derrotarme no has de ser un maestro. Has de ser una leyenda - contestó Rinaro-kun, seguro de sí mismo.

Las estrellas y la luna llena iluminaban el jardín. Un silencio tan solo roto por el silbido de las armas y el chasquido de sus filos al chocar.

Como suponía que nadie se iba a leer un texto tan largo lo he dividido en dos partes. La explicación de los sufijos japoneses y de los nombres de las espadas se encuentra en el segundo texto. La foto hace referencia a la Katana de Rubai-san.

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