miércoles, 2 de mayo de 2007

Confirmación

LA CEREMONIA

La ceremonia de Confirmación no tuvo muchos hechos destacables, la verdad. Fue una sorpresa ver a muchas personas con traje, sobre todo observar el cambio que pegaban. También fue interesante el discurso del vicario, el cual nos pedía que 'renunciásemos a Satanás y a todo el pecado', como si siguiéramos viviendo en la Edad Media y siguieran existiendo esa Caza de Brujas que se llevó a millares de personas gracias al 'Santo' Tribunal de la Inquisición. Independientemente de eso también fue recalcable el reguero de sudor que te dejaba en la mejilla el vicario cuando te tenía que dar el beso y su bendición; bendición que para muchos era convertirse en ateo por la gracia de Dios (gracias Nuño por esta frase tan buena). Además, se me olvidó completamente lo que tenía que decir cuando el vicario me daba la bendición, así que mi 'confirmación' no fue para tirar muchos petardos. Gracias a Urriza, que por estar al lado del vicario, pudo recordarme la contestación.

Por último, quiero agradecer de esta ceremonia a todos los amigos que se dignaron a salir de sus casas para venir a ver como nos un ungían la frente con aceite; aunque más bien creo que lo hicieron vernos con los trajes que, aún así, llevaríamos en la esperada fiesta del viernes. Por cierto, fiesta polémica donde las haya, porque las condiciones de la misma se expusieron en el corcho, lo que molestó a Miguel Ángel (cura que nos da la asignatura de religión), puesto que muchos protestamos (sí, me incluyo) por la paga de veinte euros que tendríamos que hacer como donativo por recibir el sacramento, pero no nos quejamos de la entrada de veintinueve euros para la barra libre del local. A todo esto los profesores, también arremetieron contra nosotros, alegando que nunca había habido fiesta para celebrar la Confirmación (ilusos, que fría es la ignorancia)... De hecho para muchos la Confirmación era cogerse un pedo en nombre de Dios, o comenzar a creer en Dios (por fin), gracias a las visiones que podía proporcionar el alcohol...

LA FIESTA

La fiesta, en resumidas cuentas, fue una bacanal de vómitos y garrafón. Después de todo el trabajo que tuvo Sergio para organizar el local en el que todos queríamos pasárnoslo bien, la jugada salió como un churro. Al principio pasamos emocionados, pero no sé si era una sensación propia o común, la verdad es que a primera vista el lugar parecía un sótano. Intentando olvidar estas primeras impresiones, la gente comenzó a beber, dispuestos a cogerse el pedo del siglo. Antes de que el alcohol comenzara a subir, el futuro se empezaba a poner un poco negro, y nunca mejor dicho, pues al local entró gente de piel bastante oscura y si la persona era menos morena, iba rapada hasta las cejas. En fin, la gente decidió tomarse más lingotazos intentando olvidar que podía haber movida (como luego la hubo, aunque yo me la perdí) por las copitas de más. Todo parecía marchar bien. Bailábamos (hasta Luis bailaba), nos poníamos las corbatas en la cabeza, todo el mundo se daba abrazos ('Te quiero mucho tío/a'), y si no, besos con lengua pues ya empezaban a surgir los primeros morreos de la noche. Morreos inesperados, morreos esperados... (vosotros me entendéis, creo). En definitiva, genial. Pero resulta que esos lingotazos que la gente se tomaba tenían mas de tazo que de lingo (porque en vez de Ron Brugal era Ron Orbucal, que más bien este último tenía nombre de colutorio para lavarse la boca después el cepillado) y entonces empezó lo de siempre y lo más asqueroso: las carreras, los tropezones de vómito y los desplomes. De hecho, llegó un momento en el que la gente estaba o vomitando o bien liándose con alguien y el local se hizo inhabitable. Por lo pronto, el baño de chicos parecía el Coto de Doñana (con su fauna y todo). El suelo del local estaba resbaladizo, y además no se veía una mierda, por lo tanto los hostiones estaban a la orden del día. Había gente que hablaba sola, y farfullaba para sí misma (vosotros me entendéis, creo), había gente que se hostiaba contra un suelo cayendo como un árbol (me seguís entendiendo), otros chicos salían del armario y pedían rollo a gente de su mismo sexo, brotando la homosexualidad (entenderéis si preguntáis a Carmelo), y otras parejas (completamente inesperadas), se encontraban en situaciones realmente comprometidas (me habéis entendido). Yo me piré, pero la fiesta siguió con desalojamiento del local, mamporros, camorra, huída y punto y final a una CONFIRMACIÓN de que los dueños de los locales son unos estafadores. (Aún así, Sergio, gracias de verdad porque te lo curraste y estuviste pendiente de todo).

1 comentario:

Birlo dijo...

No es mia...es de Santiago Carrillo pero gracias. Malditos hipocritas de profesores...